Abriendo nuevos caminos
Dejarme llevar por el dolor que invade mi angustia es sencillo, es fácil llenarme de la pena que cubre mis ojos, lo difícil, lo realmente complicado es cambiar de rumbo, empezar de cero y serme sincera desde el dolor de mis heridas.
Yo sé con certeza que no iba a funcionar, que lo que fue se quedó en eso, en el pasado, que la historia que tuve fue maravillosa, que lo que me hace sufrir y recordarle, es lo bonito y maravilloso de mi relación, que lo amargo se me ha olvidado, con lo que este mecanismo tan humano de recordar solo los buenos momentos se vuelve irremediablemente en mi contra. Y aún así me paro a pensar, en no martirizarme con las culpas que no sirven, que la relación murió, que fue porque hicimos lo que pudimos, no supimos hacerlo de otro modo, que quisimos con fuerza que fuera bien, que nos quisimos, pero no fue suficiente, y es que hacemos lo que podemos, no sabemos la respuesta a todo, ni podemos medir las consecuencias de todos nuestros actos, solo cuando haces las cosas con amor te quedas con la satisfacción de que ocurra lo que ocurra lo hiciste como mejor supiste.
Quisiera odiarle si eso me ayudara a sobrellevar el dolor que llevo dentro, si con eso mi culpa y mi angustia se esfumaran, pero el odio, que a veces me surge hacia él es en realidad un símbolo de rebeldía de mi corazón, que no quiere sufrir más. Pero ese odio solo me hace más daño, así que aunque no me parece bien como lo hizo, ni lo que me hizo, le perdono, y le puedo hasta entender aunque no lo comparta.
Ya no habrá nada más, aunque hay momentos que me muero por querer tener siquiera esperanza en lo nuestro, pero ya no hay nada nuestro, no existe eso que tuvimos, y nunca más podrá ser. Tengo que hacer mi camino, el amor es el único que puede salvarme, el amor por mi misma, por mi familia, por mis amigos y por lo que quiero hacer con mi vida.
Es el principio de muchos caminos, de nuevas sendas, de nuevos inicios, de la libertad que me da estar tan suelta, de recorrer caricias hacia mi misma y de esforzarme por aprender en saber quien soy, en no buscarme en otros dándoles a ellos el poder de juzgarme. Para saber quien soy quiero centrarme en mí.
Dejarme llevar por el dolor que invade mi angustia es sencillo, es fácil llenarme de la pena que cubre mis ojos, lo difícil, lo realmente complicado es cambiar de rumbo, empezar de cero y serme sincera desde el dolor de mis heridas.
Yo sé con certeza que no iba a funcionar, que lo que fue se quedó en eso, en el pasado, que la historia que tuve fue maravillosa, que lo que me hace sufrir y recordarle, es lo bonito y maravilloso de mi relación, que lo amargo se me ha olvidado, con lo que este mecanismo tan humano de recordar solo los buenos momentos se vuelve irremediablemente en mi contra. Y aún así me paro a pensar, en no martirizarme con las culpas que no sirven, que la relación murió, que fue porque hicimos lo que pudimos, no supimos hacerlo de otro modo, que quisimos con fuerza que fuera bien, que nos quisimos, pero no fue suficiente, y es que hacemos lo que podemos, no sabemos la respuesta a todo, ni podemos medir las consecuencias de todos nuestros actos, solo cuando haces las cosas con amor te quedas con la satisfacción de que ocurra lo que ocurra lo hiciste como mejor supiste.
Quisiera odiarle si eso me ayudara a sobrellevar el dolor que llevo dentro, si con eso mi culpa y mi angustia se esfumaran, pero el odio, que a veces me surge hacia él es en realidad un símbolo de rebeldía de mi corazón, que no quiere sufrir más. Pero ese odio solo me hace más daño, así que aunque no me parece bien como lo hizo, ni lo que me hizo, le perdono, y le puedo hasta entender aunque no lo comparta.
Ya no habrá nada más, aunque hay momentos que me muero por querer tener siquiera esperanza en lo nuestro, pero ya no hay nada nuestro, no existe eso que tuvimos, y nunca más podrá ser. Tengo que hacer mi camino, el amor es el único que puede salvarme, el amor por mi misma, por mi familia, por mis amigos y por lo que quiero hacer con mi vida.
Es el principio de muchos caminos, de nuevas sendas, de nuevos inicios, de la libertad que me da estar tan suelta, de recorrer caricias hacia mi misma y de esforzarme por aprender en saber quien soy, en no buscarme en otros dándoles a ellos el poder de juzgarme. Para saber quien soy quiero centrarme en mí.
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